sábado, 2 de agosto de 2014

Madrid y el efecto Placebo.

Aquí me encuentro, difícilmente, una semana más tarde de haber salido de Vigo a las 8:13 de la mañana en un tren con destino Madrid que me dejaría en la estación de Chamartín. No lo voy a negar: me va a resultar bastante complicado hablar de este viaje, porque a pesar de que cuando fui a Alemania lo pasé tremendamente bien y me enamoré de esas tierras, de Madrid debo decir que allí he pasado el mejor día de mi vida y que finalmente he conocido en carne y hueso a algunas de las personas a las que más quiero en este mundo, y dejar todo eso - con el añadido de que estoy hablando de la capital, osea, de la gran, gran ciudad - para volver de nuevo a mi triste vida ha sido demasiado complicado como para expresarlo.

Llegué a Madrid tras seis horas de viaje, pasando de los 16 grados de Vigo a los 40 que había cuando bajé, tras un viaje lleno de lectura, música y fanfiction. En la estación me estaba esperando mi amadísima Gema, CDT1202 o CydonianVlogger para muchos de los mortales de por ahí fuera que la conocen por sus vídeos, con su madre, que me vinieron a recoger: una vez más, como si estuviese en otro intercambio, tendría otra familia por una semana, una familia que me trataría mucho mejor de lo que me esperaba y de lo que me merezco. Jamás tendré palabras suficientes para agradecerles, y espero que se hayan dado cuenta de lo muchísimo en deuda que me siento para con ellos.


Viajando en tren a Madrid mientras que disfruto de algunas de mis compras pre-viaje: Escoria y Filth, de Irvine Welsh, que nos son más que el mismo libro en dos idiomas, y uno de los cómics de X-Men Origins.


Y aquí estamos Gema y yo en el metro, camino a yanorecuerdodonde, ajajajaja.


Lo que hicimos el primer y el segundo día: rodaje de Cristal, un pequeño proyecto de novela gráfica vía YouTube que espero que no tardéis mucho en poder ver y del que mi querida Gema se siente muy orgullosa, y con razón.


Madrid... qué decir de Madrid. La gente, los lugares. Lo único que no me ha gustado es el calor seco e insoportable, al menos para mi, chica del norte, pero eso ha sido porque he ido en verano, que en invierno, ni eso. El Museo del Prado, el Thyssen, el Reina Sofía, el Parque del Retiro... Lugares que a día de hoy me cuesta pensar que he visitado y que existen de verdad, que no son simples fotos, al igual que toda esa gente con la que he estado hablando cara a cara después de tantísimo tiempo hablando a través de la pantalla de un móvil/ordenador - bueno, qué os voy a decir, he visto a Placebo... pero vayamos por partes -. Madrid es precioso, y tanto más que los es Boadilla del Monte, aunque en Madrid no se le considere más que un pueblito - en Galicia tendría casi el status de ciudad pequeña, al menos, teniendo en cuenta como mi capital provincial, oséase, Pontevedra, es -. Es realmente, todo ello, un mundo aparte. Tanto los lugares como la gente. Lo cierto es que a estas alturas ni siquiera soy capaz de ordenar los días ni de hablar con claridad de toda la gente que he conocido, pero tuve la necesidad de escribir sobre mi viaje, así que, aunque no esté diciendo nada realmente, necesito hacerlo. Por mi gente, por las hermosas calles de Madrid, por las tiendas y por las experiencias. Y por Placebo, claro, que ahora vamos a ello.


Madrid city, bae.


Plaza Mayor, aunque una relaxing cup of café con leche es inviable con poco presupuesto.


El museo Thyssen.


Nuestra barquita del Retiro.

La noche del 29 al 30 de julio no dormí. Simplemente, pasó: cuando quise darme cuenta ya eran las cinco y media de la mañana, yo ni me había metido en cama y el despertador me sonaba en menos de media hora, así que decidí que intentar dormir era una estupidez. Debo decir que mucho ayudó que fuésemos tres locas en la misma casa, pero que, eso, a las seis de la mañana allí estaba yo, bajo el frío mañanero de Madrid, esperando al metro ligero para luego tomar otros dos metros más que me llevarían hasta la calle Goya, donde me esperaba Sergio, una de esas personas que os comentaba que llevo hablando demasiado tiempo con ella a través de Internet, y que ver en persona es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida - sí, no puedo con el momento en el que tenga otra oportunidad para escaparme a Madrid -. Juntos fuimos hasta la puerta del Palacio de los Deportes, donde el concierto de Placebo tendría lugar. Y sí, eran ya las 7:30 de la mañana, y Placebo actuaría a las 22:00. Tan loco como suena.


Estas perjudicadas y yo y como no dormir en una noche entera mientras te sientas en un tejado.


Y aquí estamos Sergio y yo, el día antes del concierto, que fue la primera vez que nos vimos en persona - Y CUANDO VIMOS A UNO DE LOS DE AURYN Y NOS HICIMOS UNA FOTO CON ÉL, AJAJAJAJAJAJAJA -.

Siempre cuento, a todo el que quiera escucharme, que desde el momento en el que 20th Century Boy entró por mis oídos, supe que esa banda iba a gustarme, o lo que es más, a obsesionarme. No sé si es por esa mezcla de felicidad con agonía, no sé si es porque son capaces de expresar cosas que ni siquiera sabía que se podían reflejar de verdad, pero el caso es que Placebo se convirtió en una gran razón más por la que vivir. Y allí estaba yo, llegando al recinto en el que tendría lugar la mayor explosión emocional que he tenido en mi vida.
La cola del concierto fue un caos. Por muy genial que fuese el concierto, la organización debo decir que ha sido más que pésima. De un lado para otro toda la tarde y sin saber dónde era la cola realmente. Y eso que nosotros llegamos de mañana, porque había gente que había dormido allí y estaba tan confusa como nosotros. El caso es, y quitando ya lo malo, que en la cola pudimos conocer al puñado de gente más genial del mundo, incluyendo a un chico ruso que como estaba solísimo lo unimos a nuestro grupo, y que estaba a punto de vivir su concierto número dos de Placebo.


La bandera de nuestro nuevo compañero venido de Rusia.


Foto ya dentro del Palacio, todavía a casi un par de horas de ver a Placebo.


Y a esto llegaré más tarde, pero es la última foto que nos pudimos tomar: el momento de la despedida, después de haber vivido el mejor momento de mi vida, todavía con las lágrimas en los ojos. Aquí estamos el grupo que formamos en la cola del concierto, gente de la que nunca me podré olvidar ni a golpe.

Me estaba muriendo de sueño, la cabeza estaba a punto de explotarme y hacía muchísimo calor, pero sí, sobreviví. Increíblemente, sobreviví. Entramos y conseguí colocarme en la primera fila, lo que todavía me parece más alucinante.
Los teloneros no fueron realmente de mi agrado, pero hicieron la experiencia llevadera, además de que su sonido en directo era bastante bueno - creo que estoy lo suficientemente capacitada para juzgar si algo que no me gusta suena bien o no a pesar de mis propios gustos -. LA salieron y se marcharon de lo más puntual, cosa que agradecí con mi vida, aunque, sobre todo, agradecí que Placebo hubiese hecho lo mismo.

Y qué os voy a decir...


Los teloneros, LA.


¿Conocéis este escenario? Sí, Placebo's on stage, bae.

He visto a Muse en festival, y he visto a Muse en directo en su último tour de estadios. He visto su espectáculo, he escuchado la voz de Matt en directo y sé que tiene un talento privilegiado. Los he visto actuar en directo y pensaba que jamás podía vivir nada semejante, quiero decir, que jamás podría experimentar un concierto tal, vivirlo de la manera en la que lo viví. Bueno, debo decir que me equivoqué. Placebo no tiene un gran espectáculo, de hecho tienen unos conciertos de lo más planos, pero debo decir que es una fórmula que les funciona: son puro sentimiento, emociones puras a flor de piel. Muse es la gran banda por excelencia en directo, pero creo que he vivido mucho más el directo de Placebo, por absurdo que suene. Brian Molko, después de Gerard Way, obviamente, es la persona a la que más admiro en este mundo, y verle, autodemostrarme que es una persona de verdad, de carne y hueso, me ha impactado como nada hasta el día de hoy. Ese pequeño andrógino hombrecillo, que tiene una voz que suena exactamente igual en directo que en sus álbumes, un hombre que a pesar de haber recibido hasta amenazas de muerte, nunca dejó de ser quien era, de creer en lo que creía. Un hombre que me ha demostrado demasiadas cosas. Y era de verdad. Esa persona que me había causado todas esas lágrimas, todos esos escalofríos, todos esos disgustos, ese pequeño modelo a seguir que siempre ha vivido dentro de mi imaginario. Sí, era de verdad. Joder, ¡lo era! ¡Increíble, pero cierto, lo era! ¡Y tenía a Stefan Olsdal a escasos metros de mí, ese increíble y gigantesco hombre que nos hablaba en español entre canción y canción! Buf, no puedo hablar mucho, porque me vengo abajo.

Un concierto ENORME, la experiencia de mi vida. Lloré como unas cinco horas seguidas, y más lloré en el momento de despedirme de toda la gente con la que había estado. En serio, me gustaría escribir más, pero sé que si lo hago me vendré abajo, y no quiero hacer eso. Esto es como una especie de autorecordatorio de que todo esto sucedió de verdad, y lo cierto es que no quiero deprimirme mientras lo hago.


Sí, son de verdad. Vaya.

El viaje en tren fue una mezcla de descanso y tristeza enorme. Encontré una nota que Gema me había metido en el equipaje y me quedé abrazada a ella mientras lloraba un océano. Una semana, y ahora mi mundo está al revés. Me va a costar tanto volver a la vida normal y mundana que llevaba antes de ir Madrid que me pongo mala solo de pensarlo. Pensaré que ha sido un sueño muy lúcido. Sí, tal vez piense eso. O tal vez lo ha sido realmente. Quien sabe. Yo solo puedo dar las gracias a la vida por haber aguantado en mi hasta haber vivido esto. Uf.





lunes, 7 de julio de 2014

Deutschland: a country to live for.

Es complicado, porque realmente no tengo claro por donde empezar. En estos casos siempre se dice que lo mejor es empezar por el principio, y eso debería hacer, pero el principio puede empezar en muchos puntos distintos, lo cual no deja de ser confuso. A eso, no puedo dejar de sumarle el sentimiento de profunda nostalgia que tengo desde hace menos de un día, es decir, el tiempo que llevo fuera de Alemania después de haber estado allí, disfrutando de ese país del que me estoy empezando a plantear seriamente en convertir en mi casa, aún a pesar de todos mis sueños de una futura residencia en la hermosa Scotland.

Bien...supongo que no necesito explicar lo que es un intercambio, porque esa es la razón que me lleva a viajar a Alemania: durante una semana, los alumnos que recibían clases extraescolares de alemán en el IES Johan Carballeira tendrían la opción de vivir con una familia de acogida en un pequeño pueblo del norte de Alemania llamado Harsewinkel, un pueblo rural considerablemente adinerado. Dicho y hecho: el 1 de julio, hace exactamente ahora mismo una semana, salimos de nuestro instituto, en Bueu - un pequeño pueblo de la provincia de Pontevedra, para los que no sepáis dónde es -, en un microbus facilitado por la agencia de viajes en la que nuestra profesora de alemán planificó el viaje, en dirección al aeropuerto de Porto, en Portugal, donde tomaríamos el avión de Ryanair Airlines que nos llevaría a Düsserldorf, nuestra primera parada en suelo alemán. A decir verdad, y esto ya es exclusivamente a nivel personal, estaba aterrorizada, pues era la primera vez que montaba en un avión, y sería un vuelo de aproximadamente dos horas. Cuando llegamos a Porto, y para más inri, nos tuvieron esperando más tiempo del planificado por el hecho de que nuestro avión sufría problemas técnicos y por lo tanto nos iban a cambiar de avión, lo cual no estoy segura, todavía a día de hoy, de si eso debería dejarme más tranquila o todo lo contrario. El caso es que subimos finalmente al avión, y sí, sobreviví. De hecho, el vuelo fue perfecto, sin ninguna clase problema ni alteración. Hacía sol, y no hubo ni una sola turbulencia. Vamos, un vuelo en el que poder relajarse sin ninguna clase de problema.
Y sí, finalmente, y después de mi primera y tranquilizadora experiencia en el aire, llegamos a las tierras alemanas, las cuales nos darían muchas más gratas sorpresas de las que nos esperábamos.


Una foto del vuelo, oh, sí, mi primer vuelo en avión. 
Si no me equivoco, justo aquí estábamos sobrevolando el mar.


Como ya decía, aterrizamos en el aeropuerto de Düsseldorf, población que en realidad no tuvimos la suerte de poder ver, pues tuvimos que salir casi literalmente corriendo a tomar un autobús de plataforma baja que nos llevaría a coger una larga serie de trenes que finalmente nos dejarían en Harsewikel, el pueblecito en el que nos alojaríamos toda la semana. En el aeropuerto nos recibieron las profesoras de español de los alumnos alemanes que nos acogerían, a las cuales les estaré agradecida toda mi vida - especialmente a Urte, que es la que más tiempo estuvo con todos nosotros -, y una vez hechas las presentaciones, partimos en el viaje que ya os comentaba.


Esta es la primera foto que pude tomar en Alemania; sí, este es el aeropuerto de Düsseldorf.


Al parecer los trenes alemanes tienen fama de retrasarse: bien, os confirmaré el hecho, porque pudimos sufrirlo en nuestras propias carnes. Eso sí, durante el tiempo que tardaba el tren en llegar tenías la posibilidad de pasearte por la estación y, cosa que no hay en España, maravillarte con los puestos de comida, que no son precisamente pocos, y en los que la comida no es precisamente poco apetitosa. Además, después del vuelo y de unos cuantos viajes en tren, sin tiempo a comer, estábamos hambrientos y sedientos. 


Los alemanes nos llevan años de ventaja: al menos en las estaciones de tren, venden cafés enormes y baratísimos (al menos en comparación con España). Esta foto muestra el primer café que tuve la suerte de tomar en Alemania, el cual, si no me estoy equivocando, me costó 1,40€, lo cual podemos considerar una ganga en España teniendo en cuenta el tamaño del recipiente.



Rápido resumen de viajar en tren en Alemania: velocidad inconstante mientras ves a tu alrededor una extensísima llanura verde o pequeñas poblaciones espontáneas.


Y bueno, así como os contaba, llegamos a Harsewinkel, probablemente en nuestro tren número 484894524848994856245108948341 - perdonadme, soy una reina del drama -. Allí nos estaban esperando todas las familias de acogida para llevarnos a nuestras respectivas casas - al menos por una semana -. Y bueno, sí, allí estaba Nora con su madre, 2/4 de mi familia adoptiva durante una semana - bueno, mi caso fue especial porque en vez de acogerme a mi sola, en su familia no solo habría un inquilino, sino dos, ya que yo debía compartir mi familia con Aida, una compañera ya no solo de clase de alemán, sino de 2º de bachillerato, el curso que he finalizado este año -, con la que al principio pensé no llegar a entenderme nunca, porque lo cierto es que no tengo ni idea de alemán, a no ser que sean un par de palabras sueltas como gabel, kartoffel o rathaus, eso sin contar que Nora sabía español, sí, pero al principio se mostró muy vergonzosa para hablar - aunque bueno, al día siguiente Nora ya empezaría a hablarnos en español, pero vamos por partes, como dijo Jack el Destripador -, así que tratamos de entendernos entre todos en inglés, lo que a la larga no resultó ser tan malo. Nos llevaron, efectivamente a nuestra casa temporal, que para nuestra sorpresa no estaba en el pueblo - a decir verdad no recuerdo el nombre de donde estuvimos viviendo, pero el caso es que Nora era de las pocas chicas que no vivía en Harsewinkel -. Y bueno...qué decir. Una casa enorme, preciosa, en la que nos dejaron una planta entera solo para nosotras dos, con baño, sala, dormitorio y cocina - y en el dormitorio nos prepararon una mesa con dos vasos, muchas botellas de agua y una grosera cantidad de gominolas Haribo y bombones Lindt -. No hace falta que diga mucho más para saber cuán alto es su nivel de vida en comparación con el nivel de vida de España. Su familia nos estaba esperando para cenar, y eso a pesar de que llegamos a una hora en la que la gente en Alemania ya está durmiendo o preparándose para ello, aún por encima teniendo en cuenta que era martes y al día siguiente tendrían clase y trabajo - bueno, nosotros también >.< -, lo cual me pareció un gesto de lo más considerado. Y la cena, como todo lo que comimos en Alemania, estuvo deliciosa. Y sí, ese así fue nuestro primer día en Alemania, en el cual estábamos más muertas que vivas después del largo viaje.


Nuestro dormitorio, realmente la única foto de la casa que tengo, eso sin contar las que nos envió Nora por WhatsApp antes de ir a Alemania. 
Las vistas desde mi cama, con Aida ya acostada en la suya, hahaha.

Al día siguiente, el cual madrugamos mucho más de lo que acostumbramos en España - creo que deberíamos levantarnos a las 6:20 pero nos quedamos dormidas hasta las 7:00 -, llegamos al enooooorme instituto, en Harsewinkel, donde tuvimos otra especie de recibimiento. Después de un pequeño tour por el (los) edificios, en el cual no pudimos dejar de darnos cuenta, una vez más, de como su nivel de vida distaba tantísimo del nuestro, ya que con sus impuestos han conseguido un centro que ni los colegios privados españoles pueden conseguir, el grupo de alumnos españoles, con algunos alemanes - no todos ellos; por ejemplo, Nora se quedó en el instituto pues luego tendría un concurso de cine, o algo semejante - fuimos a la primera gran ciudad alemana que visitaríamos:. Münster.

Después de una visita guiada por Münster, en la que conocimos algo de su historia y sus sitios más representativos, además de entrar en la catedral, nos dejaron unas cuatro horas a libre albedrío, horas que empleé en lo más importante que una adicta al café como yo puede hacer: buscar y encontrar un Starbucks - y ya luego si eso comprar alguna que otra cosa, pero las prioridades por orden, además de que necesitaba perder mi virginidad de Starbucks con mucha urgencia -.


El más grande - y probablemente el único - parking de bicicletas del mundo.
Münster es también conocida como "la ciudad de las bicicletas", ya podéis ver por qué.



Vistas de la ciudad de Münster: el edificio blanquecino viene siendo su catedral, mientras que la torre oscura pertenece a la iglesia de Münster.



La torre de la iglesia de Münster tiene tres jaulas en las cuales al parecer en su día hubo cadáveres de los que se alimentaban los pájaros.



Como bien se puede apreciar en todas las fotos de Münster, esta torre es el elemento más simbólico y dominante de la ciudad.



Esta foto, aunque en una pésima calidad - bueno, no es que las otras estén como para echar cohetes -, se corresponde con el reloj astrológico de la catedral de Münster, el cual sigue en funcionamiento después de haber sido restaurado tras la Segunda Guerra Mundial. A las doce en punto da un particular espectáculo que lo cierto es que merece la pena verlo. Como recuerdo, lo grabé en vídeo, el cual intentaré poneros aquí abajo, a pesar de que la calidad sea mínima.




Y finalmente lo encontramos: el Starbucks, lo cual también significaba WiFi para nuestros aislando móviles.



...y aquí está lo que nos tomamos en el Starbucks. Es la primera vez que no consigo terminarme un café - café con chocolate blanco, el cual estaba sublime, debo decir -, aunque tampoco os penséis que dejé mucho. Además de eso, me compré una taza que podréis ver más adelante - en Münster también compré unas postales y unos regalos para una amiga -.


Me siento orgullosa de decirlo: Münster es una de esas ciudades con encanto que uno debería visitar al menos una vez antes de morir. Y bueno, sí, yo ya lo he hecho, aunque todavía me cueste procesarlo. De hecho, mientras volvíamos a Harsewikel, iba pensando en lo increíble que todavía me parecía el hecho de estar fuera de España por primera vez - bueno, Portugal no cuenta, porque ya es como mi segunda casa (é que, sexamos realistas, Galiza está máis en Portugal ca en España: temos máis de portugueses ca de españois) -.
Cuando llegamos, Nora seguía en el concurso - o lo que quiera que estuviera haciendo, ya os digo que no tengo exactamente claro lo que me dijo -, así que nosotras nos fuimos a casa de otra de las chicas alemanas, la cual nos dejó sorprendidísimas con su dominio del español - siendo realistas, joder, hablaba español casi mejor que yo, y no sé si lo digo bromeando o lo digo verdaderamente en serio -. Y bueno, en resumen, tuvimos una más que agradable tarde, que acabó cuando nos vinieron a buscar de vuelta a casa, lo que debo decir que agradecimos porque nos estábamos muriendo de cansancio - no tanto como el día anterior, pero... -.
Al despertarnos, nuevamente a las 6:20 - esta vez sí, no nos dormimos -, volvimos a Harsewinkel, esta vez a clase, donde en historia vimos una película sobre la Primera Guerra Mundial de la que creo que no entendí más que las frases sueltas en francés que dijo una chica que apareció esporádicamente en la cinta.

Después de esa clase, la cual realmente no se me hizo larga, aunque técnicamente lo fue, a las 10:30 fuimos a Claas, una empresa de máquinas para el cultivo, como cosechadoras, tractores y derivados, empresa que aportaba unos increíbles beneficios económicos al pueblo, la razón número uno de su riqueza, vamos. En Claas hicimos un tour por toda la fábrica - vamos, que andamos como unos cuatro kilómetros durante los que Urte, la profesora de español de la que os hablaba, nos traducía lo que la guía nos iba contando, vamos, que trabajan de puta madre [por hacer unas ocho cosechadoras completas por día] -. En Claas también nos invitaron a comer, una comida que, como ya comentaba con toda la comida en Alemania, estaba deliciosa, la verdad. Que por cierto, un pequeño apunte ya que hablamos de comida: los alemanes casi ignoran por completo al agua mineral y natural; para ellos casi únicamente existe el agua con gas, y creo que todos los españoles lo pasamos bastante mal con ese aspecto.


Foto en Claas, delante de una de sus picadoras...creo que era una picadora, vaya.


Y ahora es cuando me insultáis o no sé, pero debo confesarme: desde que volvemos de Claas, no tengo claro el orden de las cosas que hemos hecho. Sé todo lo que hemos hecho, pero creo que estoy confundiendo unas cosas con otras en el tiempo. Bueno, yo sigo, y ya me acabaré corrigiendo a mí misma si está realmente mal. El caso es que a la tarde ese día hicimos una especie de juego en el que teníamos que buscar cosas por todo Harsewikel, tarea que ya casi nos tuvo entretenidos todo lo que restaba de día - y en la cual nos regalaron un helado, el cual es descaradamente barato en Alemania teniendo en cuenta el precio del helado en España, y donde, además, me paró una chica en el medio de la calle para preguntarme si era fan de Thirty Seconds to Mars al ver mi colgante del Triad, mira tú por donde que me voy a encontrar Echelon en medio de un pueblito alejado de la mano de Dios en Alemania -, aunque lo acabamos en un pub con un aspecto muy típico de Alemania con otras de las chicas alemanas que estaban acogiendo a compañeras españolas.


Y bien, este es el pub en cuestión. 
Ponían hielos en forma de estrellita: sí, esa es la clase de cosa que una no olvida.


Y bien, sin darnos cuenta, ya llegamos al cuarto día. En el cuarto día también madrugamos para ir a clase, lo cual casi me da ganas de llorar: ir a una clase de inglés en Alemania es como debería ser el ir a una clase de inglés en cualquier país desarrollado de este nuestro mundo. El nivel de inglés en España es casi de parvulario: es decir, desde 1º ESO el nivel apenas aumenta. Allí todos participaban en clase y el profesor tenía un inglés que parecía nativo, y todos entendían lo que decía, y contestaban con un inglés sublime. Pagaría, de veras lo digo, pagaría por tener clases como esa en España, al menos, para poder hablar en inglés y que no me manden callar por saber demasiado, que ya tiene narices la cosa.
Al salir de clase fuimos a los jardines de la iglesia de St. Lucía, que es la iglesia de Harsewinkel, vaya, donde hicimos una especie de barbacoa en la que todo el mundo llevaba algo distinto para comer, preferiblemente algo típicamente español - es así como descubrimos que en Alemania no tienen algo como el paté o las tostadas de pan duro, y que el precio del aceite de oliva de La Española o de Carbonell son como para ponerse a llorar -. Además de comer muy bien, pasamos un muy grato rato.
Cuando acabamos de comer, y como todavía quedaban horas para el partido Alemania-Francia, que íbamos a ver en un local, fuimos a la piscina pública de Harsewinkel, pues hacía mucho sol y calor, aunque no pueda decir que haya pasado un muy buen rato allí, pues ni me pude bañar en la piscina, ni pude irme a ningún otro sitio en el que no hiciera tanto sol y calor. Por fortuna, no fue demasiado tiempo, y pronto el sol se fue y empezó a llover, gracias a los cielos, literalmente.



Vídeo grabado en el coche de camino a la piscina, donde se ve la entrada a Harsewinkel, además de uno de los edificios de Claas (para más inri pasa un tractor de Claas por delante, pura casualidad).




Foto en la piscina de Harsewinkel.

Y sí, como ya os comentaba, fuimos a ver el partido de Alemania. Tengo que decirlo, y lo siento por los españoles: no hay mejor experiencia que la de vivir un partido de Alemania rodeado de alemanes. Joder, cómo lo viven. Por mucho que digan lo contrario, y aunque puede ser que haya más fanatismo en España, los españoles no viven tantísimo los partidos. Hermoso de ver, os lo prometo.




Sí, sé que se ven de lado, pero lo siento. 
Estos vídeos son del principio y el final del partido: durante el himno, en el que ellos al menos tienen letra, y justo en el momento en el que el arbitro pitó el final del partido, con la victoria alemana 1 - 0 contra Francia. 
Sí, así es como se celebra una victoria en el mundial si eres alemán.

Y así es como llegamos al sábado, o lo que es lo mismo, el primer día en el que no tenemos que madrugar realmente. Siguiendo el programa que nos entregó nuestra profesora de alemán, este era el día que teníamos libre, para disfrutarlo con nuestros amigos y familias: hacer lo que nos diera la gana, vaya. Y bueno, eso hicimos: un grupo de españolas y alemanas fuimos de compras - donde me compré unas cuantas cosas, entre ellas un peine de My Little Pony y un condón de Yoda - y a la bolera, otra nueva experiencia para mi, en la que fui sorprendentemente buena, al menos, al principio.


La bolera, donde jugamos españolas vs. alemanas: 1 - 1, debo decir.


Y aquí estamos mi amiga Aldara y yo intentando camuflarnos entre la gente alemana o algo parecido.
Foto sacada en la bolera.


Mis chicas alemanas y yo en la bolera.

Y bueno, así llegamos al último día. Lo cierto es que fue difícil despedirse de la gente, cuánto más del pueblo. Nadie lloró, pero seguro que poco faltó. Diría que también íbamos a extrañar el país, pero todavía nos quedaba casi un día entero en la segunda gran ciudad que visitamos: Bremen. Y aunque fuésemos a estar sin nuestras familias, al menos nos tendríamos los unos a los otros y un gran afán de exploración y de ganas de visitar encima.

No importa lo que mi cabeza imaginase: Bremen resultó ser mucho más bonito que cualquier expectativa. Grande, e irracionalmente bello - digo lo de irracional porque hasta edificios que no tienen ninguna necesidad de ser verdaderamente ornamentales, lo son -. No pudimos ver la famosa estatua de los músicos por falta de tiempo y organización, pero al menos hemos visto su hermosa rathaus, osea, el ayuntamiento, y hemos podido hacer otra parada en el Starbucks, en el de Bremen esta vez.


Sí, Starbucks, esta vez de Bremen: vanila latte y muffin de red berry. 
Una delicia.


Bremen's rathaus. 
Uno de los más emblemáticos edificios de Bremen.


La estación de Bremen. 
De aquí fue de donde salimos y aquí también fue donde nos volvimos a reunir para ir hasta el aeropuerto de Bremen, el que nos llevaría de vuelta a casa - bueno, a Portugal, pero más cerca de casa -.


De esta foto únicamente comentar que fue una imagen que nos encontramos andando, sin más, y que simplemente le tomé una foto.
 Pero, decidme, ¿no es hermoso?


Sí, Spiderman en Bremen. Olé.


Y bueno, a grandes rasgos aquí termina todo. En Bremen tomamos el avión, como ya comentaba, el cual nos llevaría a Porto, y vuelta al microbus que nos llevaría a Bueu, tal y como hicimos en la ida, solo con la diferencia de que esta vez era de noche, cerca de las doce - hora española: en Portugal siempre es una hora menos -, y todos nosotros nos íbamos sin querer hacerlo, ya que un trocito de todos nuestros corazones, y eso lo sé de seguro, pertenece a Alemania, allí donde se encuentran las que fueron nuestras familias por una semana, a las que esperamos que no haya sido la última vez que vemos. Yo me quedo con los recuerdos que ahora atesoro en mi libro de memorias, y con todas esas cosas que espero no olvidar. Deutschland, esta ha sido la primera vez, pero no la última, eso lo tengo claro.


Algunos de los recuerdos de Alemania: un parche, la taza de Starbucks, el collar hawaiiano del mundial, postales y planos de las dos grandes ciudades (Bremen y Münster), facturas para recordar las tiendas que he visitado, el libro que me regaló mi familia antes de irme (es una especie de guía sobre Alemania y todas las partes de su territorio)... en esta foto faltan bastantes cosas, pero creo que ni siquiera me cogerían. Al menos tengo un gran tesoro para recordar.



Aunque no sé si se aprecia en la foto, en Bremen he tenido, además, la oportunidad de comprarme los pendientes de Prism, de la colección que Katy Perry hizo para Claire's, ya que en Alemania estaban razonablemente más baratos que en España. Son esos dos pequeños triangulitos que están encima del prism de la edición deluxe del Prism (viva la redundancia).


So, yeah...liebe, liebe, liebe!










viernes, 6 de junio de 2014

Robert Rodríguez.

- Sin City: A Dame to Kill For (2013)
- Machete Kills (2013)
- Spy Kids 4: All the Time in the World (2011)
- Machete (2010)
- Planet Terror (2007)
- Las aventuras de Shark Boy y Lava Girl en 3D (2005)
- Sin City (2005)
- Spy Kids 3 (2004)
- Spy kids 2: la isla de los sueños perdidos (2003)
- Érase una vez en México (2003)
- Spy Kids (2001)
- The Faculty (1999)
- From Dusk Till Dawn (1996)
- Desperado (1995)
- Four Rooms (1995)
- Roadracers (1994)
- El mariachi (1992)

9/17

domingo, 1 de junio de 2014

Danny Boyle.

- Scout (1987) (TV)
- The Venus de Milo Instead (1987) (TV)
- Monkeys (1989) (TV)
- The Hen House (1989) (TV)
- The Nightwatch (1989) (TV)
- For the Greater Good (1991) (TV)
- Mr. Wroe's Virgins (1993) 
- Shallow Grave (1994)
- Trainspotting (1996)
- A Life Less Ordinary (1997)
- La playa (2000)
- Strumpet (2001) (TV)
- Vacuuming Completely Nude in Paradise (2001) (TV)
- Alien love triangle (2002)
- 28 Days Later (2002)
- Millions (2004)
- Sunshine (2007)
- Slumdog Millionaire (2008) 
- 127 horas (2010)
- Trance (2013)

10/20

jueves, 22 de mayo de 2014

Woody Allen.

- What's up, Tiger Lily? (Lily, la Tigresa, 1966)
- Take the money and run (Toma el dinero y corre, 1969)
- Bananas (1971)
- Everything you always wanted to know about sex but were afraid to ask (Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo pero nunca se atrevió a preguntar, 1972)
- Sleeper (El dormilón, 1973)
- Love and death (La última noche de Boris Grushenko, 1975)
- Annie Hall (1977)
- Interiors (1978)
- Manhattan (1979)
- Stardust memories (1980)
- A midsummer night's sex comedy (La comedia sexual de una noche de verano, 1982)
- Zelig (1983)
- Broadway Danny Rose (1984)
- The purple rose of Cairo (La rosa púrpura de El Cairo, 1985)
- Hannah and her sisters (Hannah y sus hermanas, 1986)
- Radio days (Días de radio, 1987)
- September (Septiembre, 1987)
- Another woman (Otra mujer, 1988)
- Crimes and misdemeanors (Delitos y faltas, 1989)
- Alice (1990)
- Shadows and fog (Sombras y niebla, 1992)
- Husbands and wives (Maridos y mujeres, 1992)
- Manhattan murder mystery (Misterioso asesinato en Manhattan, 1993)
- Bullets over Broadway (Balas sobre Broadway, 1994)
- Don't drink the water (Los USA en zona rusa, 1994)
- Mighty Aphrodite (Poderosa Afrodita, 1995)
- Everyone says I love you (Todos dicen I Love You, 1996)
- Deconstructing Harry (Desmontando a Harry, 1997)
- Celebrity (1998)
- Sweet and lowdown (Acordes y desacuerdos, 1999)
- Small time crooks (Granujas de medio pelo, 2000)
- The curse of the jade scorpion (La maldición del escorpión de jade, 2001)
- Hollywood ending (Un final made in Hollywood, 2002)
- Anything else (2003)
- Melinda & Melinda (2004)
- Match point (2005)
- Scoop (2006)
- Cassandra's dream (El sueño de Cassandra, 2007)
- Vicky Cristina Barcelona (Vicky Cristina Barcelona, 2008)
- Whatever works (Si la cosa funciona, 2009)
- You will meet a tall dark stranger (Conocerás al hombre de tus sueños, 2010)
- Midnight in Paris (Medianoche en París, 2011)
- To Rome with love (A Roma con amor, 2012)
- Blue Jasmine (Jazmín azul, 2013)

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